miércoles, 5 de junio de 2013

De cervezas artesanales por Malasaña

Un nuevo empuje en el consumo de cervezas de calidad está creando un movimiento en el que empieza a tomar posiciones el producto nacional

Texto y Fotos: Roberto Alonso y Diego Garanda


Barra de Fábrica Maravillas, en la calle Valverde.

Quedan lejos los años en que sólo levantábamos el trasero de un parque para dar dos saltos a la bodega en busca de refrescantes 'litronas'. En ocasiones nos despegábamos de aquellos espacios de recreo destinados a familias, abuelos y adolescentes, para ir al asalto de alguna promoción. En el desaparecido bar Denver, de la calle San Bernardino, aledaños de Plaza de España, promocionaban el mes de Abril como el mes de la cerveza y servían cañas de Águila a 25 pesetas con aperitivo de torreznos y aceitunas. Con tres 'libras' (300 pelas) cada uno, hacíamos un pastiche perfecto para pasar una tarde amasando espumas con piel de cerdo frita y alguna que otra oliva. No os podéis imaginar los retrogustos que llevábamos a casa después de que se nos agotara el dinero, y no os cuento nuestras madres y novias.
Este melancólico flashback nos sirve de punta de lanza para acometer la agradable tarea de investigar un poco por dónde van los tiros de la producción de cervezas artesanas y naturales en nuestro país. Y como no hay presupuesto para una producción tan compleja, lo hemos llevado a la sencillez absoluta, tomando el barrio madrileño de Malasaña como banco de pruebas. Decir cervezas ricas en este céntrico barrio es nombrar directamente a Cervezorama. David Muñoz y Ernesto Huete, con sus respectivas parejas, abrieron esta tienda hace ya dos años. Con más de 450 referencias en su almacén -60 de elaboración nacional- se ha convertido en el templo de los vecinos que sienten inclinación por maltas y lúpulos.
“El consumo de cerveza artesanal en el barrio prácticamente no existía. Cuando empezamos, los vecinos por novedad venían a ver como era nuestra propuesta y a comprar unas cervezas en plan de ayuda para nuevos emprendedores, pero se dieron cuenta de la calidad de los productos que comercializamos. Los tenemos enganchados. Nos dicen que las cervezas de antes ya no les saben a nada. Y es que cuando pruebas una cerveza bien hecha no hay vuelta atrás”, asegura David Muñoz mientras nos va desvelando los secretos que guardan las estanterías de Cervezorama.

David Muñoz y Ernesto Huete, socios de Cervezorama, en la calle San Andrés. Preparando un Táper Beer en Fábrica Maravillas.

Pasear por algunas zonas de este rejuvenecido barrio te evoca variadas cosas, nos vino una secuencia preciosa de la película Amelie. De las cuidadas y bonitas tiendas asoman sus productos, que se mezclan con olores a masas horneadas y preparados de los diferentes take-away. Tascas bulliciosas y pequeños restaurantes conviven con comercios variados y coloridos.
“Hay muchos bares pequeños de Malasaña que están apostando por esta cerveza de calidad. Somos distribuidores de ellos. Nos hemos dado cuenta que el bar que empieza a meter en sus referencias cervezas artesanas no da marcha atrás. La novedad y después la calidad son la tarjeta de visita de nuestras cervezas. La artesanal es bastante más cara que la industrial, pero claro que merece la pena. En cervecerías especializadas como Animal, Irreal y La Tape tienen artesanas de grifo. Los tradicionales de cañas o vinos, tiran más de botella, pero con el tiempo seguro que cambiarán. También hay sitios como la Fábrica Maravillas que hacen sus propias cervezas in situ”, continúa David.

Una caña de 'Cabrona' y otra de 'Malasaña', de Fábrica Maravillas.
 
Pues allá que te vamos a Fábrica Maravillas, en la Calle Valverde. Un local cuidado y moderno que fabrica su propia cerveza de forma artesana y natural. No es un sitio para alimentar las cervezas con viandas. Embutidos y encurtidos acompañan a frutos secos en los aperitivos que hay distribuidos entre el numeroso público. Tienen seis cervezas de elaboración propia y sutilmente diferenciadas.
Nos hacemos hueco en la barra con el permiso de algunos de los parroquianos y pedimos unas cañas Malasaña, por aquello de empezar en el barrio. Hay que reconocer que podrían mejorar la técnica de tirar la cerveza, pero al llevarnos a la boca el primer trago nos miramos con una comunicación chisposa y deducimos al unísono que la cerveza está buenísima. En la nariz nos entran brisas a frutas maduras, pasa muy suave, con un sabor denso y final amargo.
¿Qué nos está pasando? Nosotros, abigarrados cerveceros y amantes de los excesos de barra desde la 'eterna' juventud, nos miramos enamorados, no de nosotros... sino de los lúpulos. Nos terminamos la caña sin la habitual sed de la primera cerveza. Es cerveza que alimenta, que casi se puede masticar y que en principio no pesa por la ausencia de gas. Pedimos otra, en este caso una FL(IPA). Nos recuerda a la anterior pero cambian algunos matices. Se siguen notando los lúpulos. ¡Qué olor más rico!, de verdad.
Las hermanas Pintado, tras la barra, nos ofrecen una Cabrona. Sí señoritas, así me gusta, compadreo de bar. Aceptamos gustosos la sugerencia con una sonrisa. El color cambia a oscuro amenazante, y junto con el nombre que lleva te haces una idea de lo que se te viene a la boca. Un 10% en volumen de alcohol con sabor a regaliz que acaricia el paladar. El regaliz se esfuma y aparece el cereal, denotando una elaboración muy cuidada. Tiene espuma de café. Atiza que no veas esta 'cabrona', pero con cariño. ¡Vamos, que es como si te diera una 'leche' Ava Gardner!
Todas las cervezas de Fábrica Maravillas tienen un tono turbio característico de las elaboraciones artesanales, y reconocemos que nos entusiasmaron todas. Decidimos pagar y encaminarnos a la siguiente farmacia con el 'bofetón de Ava' marcado en las mejillas. La persistente lluvia resbalaba por nuestras cabezas y tenía el mismo efecto en nuestro sentir. Nos daba rematadamente igual lo que ocurriese.

Sergio Martín, sirviendo una cerveza de Toro (Zamora) en La Luna de Madrid, Calle Monteleón.

De vuelta a las inmediaciones de la calle Manuela Malasaña, nos adentramos en la Luna de Madrid. En este coqueto y acogedor rincón del cielo del barrio de Maravillas nos recibe Sergio Martín. El cercano y arrollador fin de semana ha dejado sus existencias mermadas. Tras la barra, nos cuenta que habitualmente tienen tres o cuatro referencias de cerveza artesana y que también organizan catas y maridajes una vez al mes con rubias, tostadas y morenas como protagonistas de las veladas.
Nos da a probar una rubia de Toro zamorana que lleva por nombre Sr. Bu. Es de alta fermentación (blonde ale), sin filtrar y sin pasteurizar. En boca se muestra densa con sabor suave y nada persistente.
“Llevamos un año y medio apostando por este tipo de cervezas. Cuando vas a un bar es normal preguntar por el tipo de vinos que tienen... Pues lo mismo pasa aquí con las cervezas, nuestros clientes cerveceros nos preguntan con qué les vamos a sorprender en cada momento. Nos gusta variar la oferta, aunque hay algunas que poco a poco se van convirtiendo en pequeñas clásicas, como Yria y Domus Aurea, ambas de la provincia de Toledo”, nos orienta Sergio Martín.


Lúpulo y cebada, ingredientes necesarios; pizarra de cervezas de grifo en La Tape.

Doblando la esquina de Doña Manuela, entramos mojados por dentro y por fuera a La Tape, San Bernardo esquina Malasaña. Las mesas están ocupadas, una vez más hay gente llenando locales. Decidimos sentarnos en barra y mirar las tapas. Pedimos un Hummus para acompañar a una Virgen Lager, pero antes de traerlo nos ponen dos chupitos de gazpacho de sandía muy ricos, con el dulce y el vinagre bien casados.
Bueno, al asunto, que tenemos hambre. Hummus suave con cerveza suave es un buen encuentro. La Virgen Lager, de color dorado, se recibe muy bien y tiene notas marcadas, con tonos suaves, seca y refrescante. Después de saborear el trago, el sabor del Hummus se engrandece. Combinan bien.


Muestras de artesanas españolas; Aurora Pérez-Seoane, en los grifos de La Tape, San Bernardo esquina con Manuela Malasaña.

Para empezar no está mal, pero el hambre que nos despertó aquel bofetón hollywoodense es importante. Pasamos a un Pulpo braseado con dos salsas, romescu y huancaína. La huancaína es una salsa peruana de ají y queso criollo con un final picantillo y sabor seco en el queso; la romescu es suave comparada con otras que hemos probado y que se establecían con contundencia en el paladar. Para acompañar pedimos una Indian Pale Ale, Zullogarden, una cerveza de color ambar y final bien amargo que no nos convence mucho para acompañar el pulpo. El cefalópodo está bien preparado, tierno y pasado por plancha. Se agradece pincharlo después del trago, si lo haces al revés se desvirtúa la cerveza. Insistimos en los sabores suaves de la comida.
Por último decidimos dar un golpe en la mesa. Tartar de buey (Supongo que ya sabemos todos la historia de los bueyes) acompañado de una excelente Domus Summa toledana: ¡¡¡Impresionante!!! Cuando nos la sirvieron dimos un respingo al ver el vaso cerrado y el color de la cerveza, podría ser la prima de nuestra querida Ava. Cerveza marrón oscuro con tonos suaves y dulces por la miel, café y torrefacto, ligeramente amarga. Desde que la hueles hasta la ingesta detectas suavidad. El amargo se esfuma por el toque suave de miel. Buenísima combinación con una carne. En este caso, la carne del tartar tenía buen sabor, pero no se justifica el trato que se le dio con el cuchillo. Un tanto burdo. Trozos excesivamente grandes. El tartar tiene la particularidad de cuidar mucho el corte a mano de la carne, para que quede limpia y finamente picada. También importante el aliño si te lo traen integrado de la cocina. En este caso estaba correcto.

Pulpo a la brasa con una Indian Pale Ale.
A primeras horas de la tarde, los chicos de Cervezorama nos habían sugerido el no perdernos un bar de la calle Hartzenbuch, Animal Bar, para más señas. Pilotando barra y cocina está Tibor Domenech, un enamorado de cervezas y productos exquisitos, con crianza gastronómica a los pechos y regazo de Sacha. Ocho referencias en grifo y 140 en botella conforman su carta de presentación. “Me gusta más el termino natural que artesano, ya que no se utilizan encimas para acelerar la fermentación. Lo de artesano es más complicado y quizás sea un tanto tramposo”, aclara Tibor mirándonos de soslayo detrás de los grifos: ocho. Elige el número cuatro y nos canta su propuesta. Nos hemos puesto en sus manos: “Vamos a empezar con una estilo pils de baja fermentación y tradición checa. Tiene un punto agradable de amargor, pero no es persistente, se diluye”.

Tibor Domenech, en el timón de Animal; Salmón rojo de Alaska con una cerveza Porter.
La tradición checa fue el principio... Tres tragos y nos pasamos a una porter para sintonizar con un Salmón rojo salvaje de AlasKa con alga nori, salsa shisho, cáscara de lima, aceite de oliva y cristal de sal. El carbónico de la cerveza en la parte de absorción del sabor del salmón viene muy bien. Aparecen y desaparecen sabores totalmente limpios el uno del otro. Una auténtica pasada. Eso sí, para lo rico que estaba, la ración se nos quedó algo escasa.

Pincho moruno de cordero lechal con hummus y cerveza cuádruple de estilo belga; Cecina de Waju con una Ipa de 6,7 º.
En el tercer asalto del Animal nos centramos en un Pincho moruno de cordero lechal con una cuádruple de estilo belga: Pannepeut, añeja del 2011. Una auténtica pasada,. Dulce, discretamente melosa y con un sorprendente final seco.
Pero la verdadera sintonía de la ya entrada noche se produjo en el cuarto y definitivo asalto: Cecina de Waju, criado en Oregón y una Aker, Naparbier, Ipa de 6,7 grados. La grasa de la cecina y el amargos de lúpulos se fundieron en los cielos de nuestros paladares.
Al salir del Animal, en el interior de un 'escarabajo', una parejita se comía los morros mientras sonaba una vieja canción de Burning:

Dan las seis
sintonizo a los Stone,
recuerdos del pelo largo,
viejos blues,
queridísimo Erick Burdon...

Como postre no estuvo nada mal. Tragos de besos. ¡Qué bella sintonía!

6 comentarios:

  1. Impresionante el.salmon del animal

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  2. Totalmente de acuerdo. ¿Y el aporte de sabor y textura del alga Nori?

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  3. Muy buen reportaje, conozco la Luna de Madrid y siempre tienen unas buenas cervezas, enhorabuena por el reportaje.

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  4. La verdad es que es un gusto pasearse por aquellos barrios.

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  5. Buen reportaje, buena gente, buena cerveza... la próxima serás bien recibido en otra de las nuevas tiendas de la capital...jijiji

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