miércoles, 7 de agosto de 2013

MESÓN DE LA COSTA, LA DESPENSA DEL MAR EN TORREVIEJA


Tras cinco horas de sinuoso traqueteo, por las sempiternas obras de la N. III , cambiamos el maremágnum de tejados de la capital por un Mediterráneo de sombrillas multicolor en una playa de boato y sotana, la del Cura, en Torrevieja.

La melodía de "Shoot the Moon" de Norah Jones empujaba suavemente nuestro coche por llanos manchegos y tierras calizas al encuentro de unos productos de primerísima calidad en el número 27 de la calle Ramón y Cajal, previamente atisbados desde la tórrida metrópolis.

Fotos y texto: Diego Garanda y Roberto Alonso
En la sala de redes y control: Nacho Ruiz


Vistas de Madrid



La Playa del Cura, en Torrevieja, cubierta de coloridas sombrillas

A los que somos del interior, la palabra mesón nos trae una imagen de paredes patinadas por el tiempo en un espacio sobrecargado de elementos que cuelgan de las paredes. Ajos, pimientos secos, embutidos y jamones acompañan a tristes y vergonzantes cabezas de animales en forma de trofeo. Un zorro cabreado posa tal le dio forma el taxidermista que lo trató, y en ocasiones el mismo zorro lleva una presa entre los dientes, también disecada. Imágenes como esta nos vienen a la cabeza al pensar en tan añejo lugar.

Recordamos uno de un pueblecito de la Comunidad de Madrid llamado "El Lobo Rojo", y que viéndolo desde fuera había que tenerlos bien puestos si decidías entrar en una fría noche de noviembre, aunque fuese para comprar tabaco.

No todos dan miedo, al contrario. Pero cuidado, no os relajéis. En Torrevieja, en la calle Ramón y Cajal 27 (calle paralela al paseo marítimo), está situado un mesón digno de ver aunque solo sea para tomar un vino e irte pensando lo bien nutrida que está la gente de bolsillo amplio. Un producto de primerísima calidad es la reseña que teníamos sobre el Mesón de la Costa, y así es. No tiene las paredes patinadas por los años ni flotan por el local partículas de grasa, pero su espacio está repleto de elementos en techos, mesas, barra y paredes como en esos locales tan particulares. Exuberante y pulcro te recibe este restaurante con un bodegón en su entrada al cual no hay turista que se resista a fotografiar.

Entrada al Mesón de la Costa


Sigue a rajatabla la premisa por la que para vender tienes que mostrar. Los ojos dan vueltas y vueltas mirando el género expuesto. La comida va y viene. Mientras, los camareros bailan de un lado a otro sin cesar, demandando pedidos al compañero de la barra de viva voz. En esta pequeña barra se sirven platos, cervezas y vinos. Cigalas, quisquillas, ostras, vieiras, gambas rojas y un sinfín de comida transita por este local como si de su casa se tratase. Cochinillos, carnes rojas y corderos se pueden sentir tan desconcertados como el propio que entra allí por primera vez, pero sin duda son de la misma calidad que sus acompañantes marinos de la Bahía de Santa Pola, que son quienes aquí mandan. Los putos amos.








Carnes y pescados comparten el local, donde cuelgan multitud de jamones ibéricos

Fama tienen sus quisquillas, pero se empeñaron en que no las pidiésemos ese día y deducimos que fue por no ser de la mejor calidad. A cambio nos ofrecieron unas cigalas increíbles de carne jugosa y prieta, que pelábamos con la misma facilidad que un trilero el bolsillo de un incauto. El problema de probar estas cosas es que tu ánimo se eleva con el riesgo que eso conlleva, tanto es así que no nos pudimos resistir a probar una ostra carnosa y fresquísima.

Un barro enorme lleno de sobrasada soporta las cucharadas de los camareros para servir la misma como aperitivo de las mesas junto a un fino pan de cristal. Este delicado pan lo sirven con un poco de aceite y tomate.

Ya sentados apareció un plato de este aperitivo y al momento una ensalada de salazones.



Pan de cristal y Sobrasada



No vamos a comentar la ensalada por haber hablado lo suficiente en entradas anteriores sobre las salazones. A la hora de pedir un pescado, que es lo que se debe hacer en la costa, nos dejamos recomendar con la condición de que fuera una pieza que se diese en la zona. Dorada del Mar Menor, Gallina...No dejamos que siguiera, preguntádole por la Gallina. Una gallina es un ave ponedora de dudosa valentía, pero si la buscas en el mar, tendrás que preguntar por un pez de roca sonrosado de carne firme y sabrosa.

En el comedor, uno de los varios que tienen, había pocos comensales. Nos explican que la noche es la encargada de convertir este mesón en un espacio bullicioso, y así lo constatamos personalmente.

Picoteamos de la ensalada, la sobrasada y del pan de cristal con sorbos de un vino alicantino blanco Albir, en espera del gallináceo pescado. Viene a la espalda con unas gambas, papas y pimientos, sencilla y llanamente. Una carne sabrosa y prieta te llena de jugosidad la boca. El pescado es fresco, muy fresco, y la condenada Gallina está mejor que en Pepitoria. Aunque ahora que lo decimos...una Pepitoria al pescado...Dejémoslo, un pescado de calidad es un crimen disfrazarlo en una salsa tan potente, quizás para otras especies menos agraciadas resulte el experimento. En fin, exquisito, de verdad.




Corte de la Gallina donde se puede apreciar la firmeza de su carne


A pesar de ser una comida ligera, sacias de largo el apetito. Compartimos un postre de la casa, Mousse de Arroz con leche, que siendo algo sencillo y muy normal en el formato resultó gratificante por su sabor.





Mousse de Arroz con leche y flor de tulipa

Podemos decir que las espectativas que traíamos se cumplieron correctamente, pero también debemos decir que hay algo de obligado conocimiento. Preparad la cartera y no dejéis que os saquen del guión que pudieseis haber elegido. Es decir, no os dejéis llevar por las sugerencias pensando que es alguna oferta caída en gracia, no. Nuestras cigalas estaban de escándalo, la gallina también, todo exquisito, pero las sugerencias tienen un precio.

Si no queréis que se os quede la cara que se nos quedó a nosotros seguid este consejo. Además, a modo de galantería te canta una Tuna, que es lo que más nos jodió.

Momento de recibir la cuenta mientras nos cantan Clavelitos

La vuelta a casa la tuvimos que hacer en lo primero que encontramos. Nuestro coche lo dimos en prenda.

 

Vuelta a casa con el humor intacto
                                                                               



4 comentarios:

  1. Qué buenos!! cada vez mejor..un abrazo Pirracas.

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  2. Un fuerte abrazo de parte de los tres para ti, Cesar, y para toda tu familia. Gracias.

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  3. fantástico el reportaje de nuestros amigos de Meson de la Costa, sin duda uno de los mejores sitios para comer en el sureste español


    un abrazo
    Ana Garre

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